El proyecto para soterrar el tren implica demolerlo, pero puede que se salven algunas partes o incluso por completo: está entre los más antiguos en funcionamiento.
Jordi Bes
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Las tres estaciones más antiguas de España y que aún prestan servicio están en el área de Barcelona. Son las de Sant Feliu de Llobregat, Cornellà y Sant Andreu Comtal, esta tercera en Barcelona ciudad. Las tres fueron inauguradas en 1854, pero en el caso de Sant Feliu está proyectada su demolición por el soterramiento del tren, si bien parece que aún no está todo perdido. Las obras no han empezado, y entidades vecinales y en defensa del patrimonio ferroviario reclaman introducir cambios en el proyecto para mantener el antiguo edificio.
Jaume Solé, de la plataforma ciudadana Salvem l’Estació del tren, defiende preservarla, y no solo por su antigüedad. “Hay muchas estaciones a las que la gente les da un significado especial y forman parte de su identidad”, recalca. Solé aclara que están a favor del soterramiento, una obra largamente reivindicada –en 30 años han fallecido 29 personas en las vías–, pero lamenta que los sucesivos consistorios no presionaron para mantener la estación. “El gran error fue no confiar en que tenía un valor”, reflexiona. Para Joan Carles Salmerón, de Terminus, hace su función y tiene “un gran valor” arquitectónico y emocional. Cree que “hay opciones” para conservarla, como desmontarla pieza a pieza y reconstruirla –ya se hizo con la granja de la Ricarda en el Prat, de dimensiones mucho mayores–, o bien trasladarla unos metros.
“No está tan claro que la estación vaya al suelo”, dice Solé. Hay indicios que invitan a pensar así. La alcaldesa, Lídia Muñoz, subraya que el soterramiento es “un proyecto de ciudad” irrenunciable de 92 millones de euros de presupuesto, pero precisa: “Sabemos que la estación actual no puede continuar, pero a la vez tenemos en cuenta que el edificio es muy querido, y debemos saber preservarlo a nivel de memoria”. Se barajan diversas opciones, como conservar los elementos más significativos y que la nueva estación tenga un espacio donde exhibirlos, o reconstruirla en otro lugar y darle un uso ciudadano.
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Las tres estaciones más antiguas de España y que aún prestan servicio están en el área de Barcelona. Son las de Sant Feliu de Llobregat, Cornellà y Sant Andreu Comtal, esta tercera en Barcelona ciudad. Las tres fueron inauguradas en 1854, pero en el caso de Sant Feliu está proyectada su demolición por el soterramiento del tren, si bien parece que aún no está todo perdido. Las obras no han empezado, y entidades vecinales y en defensa del patrimonio ferroviario reclaman introducir cambios en el proyecto para mantener el antiguo edificio.
Jaume Solé, de la plataforma ciudadana Salvem l’Estació del tren, defiende preservarla, y no solo por su antigüedad. “Hay muchas estaciones a las que la gente les da un significado especial y forman parte de su identidad”, recalca. Solé aclara que están a favor del soterramiento, una obra largamente reivindicada –en 30 años han fallecido 29 personas en las vías–, pero lamenta que los sucesivos consistorios no presionaron para mantener la estación. “El gran error fue no confiar en que tenía un valor”, reflexiona. Para Joan Carles Salmerón, de Terminus, hace su función y tiene “un gran valor” arquitectónico y emocional. Cree que “hay opciones” para conservarla, como desmontarla pieza a pieza y reconstruirla –ya se hizo con la granja de la Ricarda en el Prat, de dimensiones mucho mayores–, o bien trasladarla unos metros.
“No está tan claro que la estación vaya al suelo”, dice Solé. Hay indicios que invitan a pensar así. La alcaldesa, Lídia Muñoz, subraya que el soterramiento es “un proyecto de ciudad” irrenunciable de 92 millones de euros de presupuesto, pero precisa: “Sabemos que la estación actual no puede continuar, pero a la vez tenemos en cuenta que el edificio es muy querido, y debemos saber preservarlo a nivel de memoria”. Se barajan diversas opciones, como conservar los elementos más significativos y que la nueva estación tenga un espacio donde exhibirlos, o reconstruirla en otro lugar y darle un uso ciudadano.
Entre las opciones está desmontarla pieza a pieza y volver a construirla despuésAdif, que se limita a remitirse a una próxima reunión con el Ayuntamiento para abordar el asunto, ha enviado una comunicación por escrito a los vecinos donde se muestra dispuesto a ceder la histórica estación al Consistorio –o entidad–, siempre que este se encargue de los costes del traslado o reciclaje. Solé pide evitar a toda costa que se produzca esta escena: “A lo mejor los niños y niñas de Sant Feliu irán a Cornellà a ver la estación más antigua de España, cuando puede que tu acabes de derribar la tuya”.
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