Los técnicos valoran la conservación parcial de los elementos más icónicos de una de las estaciones más antiguas de España
David Guerrero
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La estación de tren de Sant Feliu de Llobregat, construida en 1854, ha sido testigo de la transformación urbanística y económica de la capital del Baix Llobregat desde hace 166 años. El cambio que vivirá la ciudad con el soterramiento es probablemente uno de los momentos más importantes de su historia, pero la estación ya no estará allí para contarlo.
El debate sobre su conservación está abierto en el municipio por el inminente inicio de las obras –previstas para el año que viene– y la presión de la plataforma Salvem l’Estació, que ha recabado el apoyo de expertos y entidades de toda España e incluso a nivel internacional. No en vano, se trata de una de las construcciones ferroviarias más antiguas del país, junto a las de Cornellà y Sant Andreu Comtal.
Su futuro, en el peor de los casos, es el derrumbe sin más. En el mejor, serán salvados los elementos más icónicos y de valor patrimonial para integrarlos posteriormente en una reproducción parcial o total del edificio. La opción de conservar la estación en el mismo lugar es incompatible con el proyecto de soterramiento y la idea de desmontarla piedra a piedra para reconstruirla íntegramente en otro emplazamiento se antoja imposible por los materiales de construcción utilizados en su momento y en las posteriores remodelaciones que ha experimentado el edificio.
La estación de Sant Feliu es una de las más antiguas de España Llibert Teixidó
Por el momento, los técnicos municipales andan estos días elaborando una memoria completa del edificio de la estación de manera conjunta con el departamento de Patrimonio del Ayuntamiento de Barcelona. La memoria incorporará documentos, planos y fotografías que serán la base de un estudio exhaustivo a nivel histórico en el que se plasme la evolución constructiva a lo largo de los años. En paralelo, se han llevado a cabo una serie de excavaciones en el terreno para identificar los elementos originales. Con los resultados obtenidos, se elaborará un plan de desmontaje controlado que permitirá preservar todos aquellos elementos que se consideren de interés patrimonial.
“Una vez está claro que no se puede mantener ni trasladar, valoramos todas las opciones y queremos hacerlo de manera participada”, explican fuentes municipales. La idea es documentar bien su valor para salvar todo lo posible antes de que empiecen las obras. Más adelante, en un proceso participativo, ya se decidiría cómo se le puede dar sentido al patrimonio recuperado.
Por su parte, el administrador de infraestructuras ferroviarias, que tiene la propiedad de la estación, ya le ha comunicado al Ayuntamiento de Sant Feliu su “plena disposición a ceder la edificación, siempre y cuando sean el promotor de la iniciativa [el Ayuntamiento] el que asuma el coste total”, según explican fuentes de Adif. La plataforma se muestra abierta a lo que proponga la ciudadanía, aunque consideran que lo más sensato sería ligar la futura reconstrucción al transporte. Una de las propuestas que plantean sería reconvertirla en la estación del Trambaix, que está previsto hacer pasar por donde ahora están las vías del tren.
Las obras de soterramiento de las vías obligan a sustituir el viejo
edificio por una moderna estación subterránea (Llibert Teixidó)
edificio por una moderna estación subterránea (Llibert Teixidó)
David Guerrero
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La estación de tren de Sant Feliu de Llobregat, construida en 1854, ha sido testigo de la transformación urbanística y económica de la capital del Baix Llobregat desde hace 166 años. El cambio que vivirá la ciudad con el soterramiento es probablemente uno de los momentos más importantes de su historia, pero la estación ya no estará allí para contarlo.
El debate sobre su conservación está abierto en el municipio por el inminente inicio de las obras –previstas para el año que viene– y la presión de la plataforma Salvem l’Estació, que ha recabado el apoyo de expertos y entidades de toda España e incluso a nivel internacional. No en vano, se trata de una de las construcciones ferroviarias más antiguas del país, junto a las de Cornellà y Sant Andreu Comtal.
Su futuro, en el peor de los casos, es el derrumbe sin más. En el mejor, serán salvados los elementos más icónicos y de valor patrimonial para integrarlos posteriormente en una reproducción parcial o total del edificio. La opción de conservar la estación en el mismo lugar es incompatible con el proyecto de soterramiento y la idea de desmontarla piedra a piedra para reconstruirla íntegramente en otro emplazamiento se antoja imposible por los materiales de construcción utilizados en su momento y en las posteriores remodelaciones que ha experimentado el edificio.
La estación de Sant Feliu es una de las más antiguas de España Llibert Teixidó
Por el momento, los técnicos municipales andan estos días elaborando una memoria completa del edificio de la estación de manera conjunta con el departamento de Patrimonio del Ayuntamiento de Barcelona. La memoria incorporará documentos, planos y fotografías que serán la base de un estudio exhaustivo a nivel histórico en el que se plasme la evolución constructiva a lo largo de los años. En paralelo, se han llevado a cabo una serie de excavaciones en el terreno para identificar los elementos originales. Con los resultados obtenidos, se elaborará un plan de desmontaje controlado que permitirá preservar todos aquellos elementos que se consideren de interés patrimonial.
“Una vez está claro que no se puede mantener ni trasladar, valoramos todas las opciones y queremos hacerlo de manera participada”, explican fuentes municipales. La idea es documentar bien su valor para salvar todo lo posible antes de que empiecen las obras. Más adelante, en un proceso participativo, ya se decidiría cómo se le puede dar sentido al patrimonio recuperado.
La plataforma en defensa del edificio propone construir una reproducción con los elementos preservadosJaume Solé, portavoz de la plataforma Salvem l’estació, considera que este es un paso adelante importante ya que abre la puerta a la conservación del patrimonio, sea de una manera u otra. “Se pueden salvar los elementos que se consideren y construir un edificio lo más parecido posible con todos ellos cerca de su lugar original”, valora Solé, que lleva unos cuantos años moviendo cielo y tierra para salvar la estación. Aunque parecía difícil, está consiguiendo que lo aparentemente imposible acabe siendo real en el tiempo de descuento.
Por su parte, el administrador de infraestructuras ferroviarias, que tiene la propiedad de la estación, ya le ha comunicado al Ayuntamiento de Sant Feliu su “plena disposición a ceder la edificación, siempre y cuando sean el promotor de la iniciativa [el Ayuntamiento] el que asuma el coste total”, según explican fuentes de Adif. La plataforma se muestra abierta a lo que proponga la ciudadanía, aunque consideran que lo más sensato sería ligar la futura reconstrucción al transporte. Una de las propuestas que plantean sería reconvertirla en la estación del Trambaix, que está previsto hacer pasar por donde ahora están las vías del tren.
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