Foto: Xavier Galiana
Marisa Montoya
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La plataforma que se opone a la demolición del antiguo edifcio es la única alternativa que contempla a dejar el inmueble tal como está, algo que el ayuntamiento parece que descarta para no retrasar el soerramiento de las vías.
El soterramiento de las vías del tren a su paso por la ciudad es la más histórica de las reclamaciones de Sant Feliu de Llobregat. Los vecinos han visto como, alcalde tras alcalde, todos prometían ser el glorioso município que haría realidad el anhelado proyecto.
Pero tras la conclusión de cada legislatura (desde la recuperación de los ayuntamientos democráticos en 1979, ahí es nada), la decepción y la sensación de que nunca se llegaría a ver realizado el proyecto no hacía más que crecer. Pero por fin, en 2010, se presentó un plan conjunto entre el consistorio y el gestor de infraestructuras Adif para el soterramiento de las vías del ferrocarril y urbanizar el terreno que estas dejarían libre.
Pero había una detalle en el que nadie había caído hasta ese momento, una cuestión nada baladí, pues todavía hoy enfrenta a los vecinos y al ayuntamiento: el proyecto aprobado para soterrar las vías incluye la demolición del edificio, Entonces, ¿qué iba a pasar con el edificio de la estación? ¿Seguiría en pie?
Una de las respuestas posibles, la que más apoyo ciudadano tiene, es que se conserve intacto el edificio y con el fin de defender esta idea a capa y espada se crea la plataforma Salvem l’Estació de Sant Feliu. Según Jaume Solé, portavoz del colectivo, “la respuesta de todos los alcaldes siempre ha sido que el edificio no tenía ningún valor”. Por contra, varias entidades y arquitectos especialistas discrepan del postulado oficial y consideran que la estación atesora un “gran valor patrimonial”.
El dilema sobre qué hacer con el edificio de la estación lleva sin respuesta más de una década. La plataforma para salvar la estación apuesta a la vez por el soterramiento y por conservar el edificio intacto. Aunque en un primer momento, el Ayuntamiento de Sant Feliu se negó en redondo a preservar la construcción, parece que ya admite la importancia de su patrimonio artístico e histórico. Pero, a la vez, pretende evitar a toda costa que se cambie el proyecto de urbanización de la zona.
Para apaciguar la presión vecinal, el consistorio ha firmado un convenio con el Ayuntamiento de Barcelona en el que se presentan cuatro escenarios de “salvación”. El primero (el favorito del gobierno de Sant Feliu), es documentar el edificio y construir una réplica en 3D. El segundo conseguiría preservar algún elemento significativo del edificio para hacer un memorial. El tercero contemplaría la reconstrucción de una parte de la estación. Y el cuarto (el único aceptable para la plataforma y los vecinos) es la reconstrucción total del inmueble.
Jaume Solé critica los tres primeros escenarios advirtiendo de que “nadie guarda las piezas de un puzzle si no está entero”. Pese a que desmontar toda la estación y reconstruirla no es el sueño de los vecinos, después de 10 años de lucha entienden que es “la opción más factible.” Con sus argumentos iniciales sesgados”, según Solé, para no conservar el edificio, el posicionamiento del gobierno ha generado desconfianza entre los ciudadanos, un sentimiento que va en aumento desde que Adif asegura que se pueden soterrar las vías y conservar la estación si se cambia el proyecto de urbanización, algo que no agrada al ayuntamiento pues acarrearía nuevos retrasos. Así, la decisión final continúa en vía muerta.
La importancia de conservar más de 160 años de historia
La estación de tren de Sant Feliu de Llobregat se construye en 1854, hace más de 160 años, y es uno de los edificios más queridos por sus habitantes. La construcción del apeadero fue un motor económico, cultural y social para la capital del Baix Llobregat en sus inicios. Gracias a su entrada en servicio, Sant Feliu se convierte en un núcleo industrial importantísimo en el siglo XIX y propicia la llegada de construcciones modernistas que ahora son patrimonio artístico local y autonómico. Desde el nacimiento de la plataforma que la defiende, la entidad ha recibido un abrumante seguimiento en redes y apoyos de entidades de toda índole, como el Comité Internacional de Conservación de Patrimonio Industrial. Jaume Solé lo asegura rotundamente “si la ciudad pudiera escoger, preferiría mantener intacta la estación”.
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